Tuve qué recoger a Harry de la escuela porque papá tenía alguna urgencia de detectives de último momento.
Malditamente genial. Estoy a nada de ser un miembro útil de la policía de Seattle y todavía hago de niñera para mis hermanos.
Harry lanza su mochila al asiento trasero de mi auto y arquea las cejas.
—¿Dónde está papá?
Teniendo toda la diversión, eso es seguro.
—Atendiendo un robo al sur, me envió por ti. —gracias al cielo que Phoebe ama ir en autobús.
—Bueno. —saca el móvil del bolsillo y comienza a teclear mientras conduzco—. ¿Eso quiere decir que tú me llevarás al dentista?
—Agh, jodidamente no. Dile a Phoebe que te acompañe si necesitas que alguien sostenga tu mano.
Harry se ríe, luego sube los ojos al espejo que tiene enfrente y sus cejas gruesas se fruncen.
—¿Sabías que ese auto detrás de ti te sigue desde que paraste en mi escuela?
¿Que?
Mis ojos suben inmediatamente al retrovisor y al auto en color rojo que señala mi hermano. Y solo para probar su punto, doy una vuelta a la derecha.
El auto me sigue, carajo.
—Tienes razón.
Mi hermano me mira con los ojos entrecerrados.
—¿Estás seguro que quieres ser detective? No eres muy perspicaz que digamos.
Pequeño cabrón.
—Cállate, es el maldito tráfico de hoy que me distrae. —no te enseñan a maniobrar en la academia, así que pienso en algo rápido—. Prepárate, voy a acelerar.
Piso el acelerador a fondo y la cabeza de mi hermanito golpea el asiento, aferrándose con fuerza al cinturón de seguridad mientras zigzagueo entre las calles del centro.
Miro por el retrovisor cada vez que puedo, pero el auto sigue ahí y mi mente comienza a imaginar los peores escenarios: alguien quiere secuestrarnos o hacernos daño porque alguno de nuestros padres lo arrestó.
Mierda.
Giro a la derecha en la primera calle que veo y sigo acelerando, pero no puedo hacerlo durante mucho tiempo. Necesito saber quién es y por qué nos sigue.
—Agárrate bien, Harry. Voy a detener a ese imbécil.
Disminuyo la velocidad lentamente hasta que el auto está cerca, luego acelero de golpe para que haga lo mismo, pero yo piso el freno. El auto de atrás patina contra el pavimento caliente y golpea mi cajuela.
—¡Rayos! —se queja Harry—. Ted, ¿Por qué hiciste eso?
Le hago una seña para que se quede quieto y bajo del auto. Como cadete de la academia no tengo acceso a una arma, pero tengo mi fuerza para golpear a ese maldito imbécil.
Doy un tirón a su puerta y esta se abre.
—¿Por qué carajos...? —me detengo cuando reconozco al idiota—. ¿Abernathy? ¿Qué mierda crees que haces?
El tonto se libera de mi agarre y desliza las gafas oscuras fuera de sus ojos.
—Estaba conduciendo cuando frenaste. —sus cejas se fruncen—. Y acabas de chocar el auto de mi abuelo.
Maldito idiota.
—¡Fue tu culpa! ¡Me estás siguiendo!
—¿Yo? —se hace el tonto.
—Si, tú. Mi hermano te vio. —carajo, debí decir que yo lo noté.
El puto Jase se ríe, luego cambia su semblante a uno molesto.
—No se de qué hablas, seguramente me estás confundiendo.
Una maldita mentira.
Se libera de mi agarre y va a mirar el golpe en su auto, pero es el mío el que se llevó la peor parte.
—Conozco un buen taller de reparaciones. —señala mi cajuela—. ¿Quieres que te lleve ahí ahora?
Tengo que luchar con poner los ojos en blanco y mejor me aparto de él porque necesito llevar a Harry a casa antes de que mis padres comiencen a llamarme.
—Desaparece de mi vista, Abernathy. Estoy ocupado.
Mañana cuando lo vea en la academia, seré yo quien lo obligue a que pague mi reparación y me aseguraré que sea mi puto chófer mientras está en el taller.
Subo al auto, pongo el cinturón de seguridad en su lugar y conduzco en dirección a la casa. Mi hermano me mira con sus cejas gruesas arqueadas.
—¿Y? ¿Dijo por qué lo hizo?
—No. —y olvidé preguntarlo—. Seguramente quiere una excusa para seguirnos a casa y ver a Phoebe.
Harry arquea una sola maldita ceja.
—¿A Phoebe?
—Si. —su gesto me molesta—. ¿Por qué? ¿Crees que tiene otras intenciones?
El maldito chico se ríe.
—Serás tonto, hermano. —sacude la cabeza—. Te sugiero que desistas de ser detective porque no es a Phoebe a quien está acosando.
¿No?
¿Qué?
Mierda. ¿Lo dice en serio?
Estaciono en la entrada de nuestra casa y apago el motor para mirar a mi hermano, que permanece sentado.
—¿Crees que está haciendo todo esto por mi? ¿Qué carajos?
—Piénsalo bien, hermano. —se estira para tomar su mochila del asiento de atrás—. Solo piénsalo bien.
Y con eso él entra a casa donde la señora Jones ya lo está esperando. Me quedo ahí sentado pensando en todas las interacciones que he tenido con él, y en lo mucho que quería estar cerca de Phoebe.
Y... Carajo. Anoche le envié un mensaje de texto a Jamie diciéndole un par de cosas sobre Abernathy, que espero no sean un problema.
Estoy pensando en entrar a la app de mensajes y borrar ese texto cuando alguien golpea la ventanilla de mi auto, es Harry que me hace una seña.
—¿Qué? —digo, bajando el vidrio.
Mi hermano menor señala su teléfono móvil.
—Mamá llamó, dice que están en el hospital regional porque algo pasó y papá le disparó al señor Sawyer. Accidentalmente, espero.
—¿Qué? —carajo, este día no termina de mejorar—. Supongo que voy a ir a ver qué pasa. Entra a la casa y avísame cuando Phoebe esté aquí. No tardo.
Pongo el auto en marcha y salgo, sabiendo que necesito empezar a poner en orden mi vida y todo lo que me pasa. Lo que sea que esté pasando, debo afrontarlo como un Grey.
